Antes de la invención de la electricidad había que mantener sobre el conjunto de los cinco continentes un verdadero ejército de seiscientos treinta y un mil quinientos doce faroleros.
Estos personajes han ido desapareciendo con el presente siglo, aunque aun hoy en día quedan algunos, que para subsistir, realizan pequeñas actuaciones callejeras a pie de farola, y que ante la precariedad de su sueldo, representan por el vecindario a cambio de un aguinaldo.
Estas representaciones llevan impresas los avatares de la profesión, en donde improvisaban con los materiales habituales de trabajo, demostrando habilidad, destreza y una gran capacidad de superación. Hoy en día, estas artísticas representaciones son buscadas como tesoros por los niños, y altamente evocadas y recomendadas por los ancianos.